miércoles, 27 de julio de 2011

Alejándome del andén


Hola, pequeñaja!
Espero que la idea que he tenido surta efecto y puedas ver lo que te tengo preparado. Me he quedado muy frío y muy estático, sin saber que hacer, que decir, hacia donde dirigir mis pasos,… La mirada relentizada intentando memorizar tu “hasta pronto”. Una despedida amarga, insípida,… Con sabor a Coca-Cola. Demasiado gas para mi. Ya te echo mucho de menos. La niña de mis ojos, tú, mi morena, ha sido mi compañera de viaje en la ida, y ha dejado su asiento para mis fieles compañeras de viaje más habituales en momentos como este, las lágrimas.
Saladas y húmedas, como siempre, revoloteando por mis pómulos y deslizándose como si se trataran de esquiadores de fondo, tocando mis labios, secos y ácidos y dejándo en mi blanda compañera un sabor muy desagradable. Pasos decididos hasta el coche sin pensar, sin pensar, sin pensar. Minutos sentado en el coche, sin respirar, sin respirar, sin respirar. Ha sido un fin de semana muy completo, muy especial.
Momentos como estos me dicen que eres esa persona que ansío tener cerca. Siento lo del bote de Coca-Cola, al igual que siento que te marches. Me he quedado congelado, casi como ahora que apenas sé cómo expresar tanto dolor y tanta angustia por volverte a ver alejándote por el andén.
Me han venido recuerdos de aquel primer fin de semana. Para mí, un fin de semana muy emotivo. Te cogí especial cariño y sufrí mucho tu regreso. ¿Te hubieras quedado más tiempo? De aquello hace casi dos años, en aquel 2007. Me alegro de haberte conocido y de que estes ahí, a mi lado. Te necesito más de lo que piensas y te quiero más de lo que deseas un buen tiramisú.
Quiero que me hagas un favor, nada más que lo leas, llámame, sin importar la hora que sea. Me lo prometes? Necesito escuchar tu voz de nuevo, necesito imaginar que sigues a mi lado. Difícil son las distancias, y aunque alardeémos de que contra nosotros no puede ese ente llamado Lejanía, nos vapuléa de tal modo que nos deja sin aliento, pero con la firmeza y vigor suficientes como para volver a recargar pilas y aguantar el segundo asalto.
Además quiero que recuerdes que estoy aquí, para lo bueno y para lo malo. Ando muy liado con la universidad, demasiado que leer, que estudiar, que hacer… Tantas horas invertidas en mi formación que apenas me dejan disfrutar de tí. Pero lo bueno se hace esperar, ¿verdad? Sé que lo conseguiremos, pero necesito que vuelvas a comerte tu dósis de azúcar, que vuelvas a tener ese sabor dulce y no tan áspero como últimamente por el estrés en el que vives. Intento darte pequeñas cucharadicas de ese elixir dulce para que ambos seamos felices, pero en ocasiones la cuchara cae al suelo por intempestades inesquivables. De todos modos, uno aprende más que a esquivar a prevenir los golpes del destino. Espero que sigas sintiendo por mí, lo que yo por tí y que la próxima vez que estemos juntos nos fundamos en un abrazo tan intenso que nos convirtamos en un único ser.
Te echo de menos y espero verte pronto, espero escucharte pronto, espero sentirte pronto y espero besarte pronto. Sin estirar más mi amargura, e intentando hacer crecer mi optimismo y felicidad, termino esta corta pero intensa misiva con un beso y un abrazo muy grande para la niña que yo más quiero.
Se despide, Alex.
PD: Siento lo de la Coca-Cola.