domingo, 7 de noviembre de 2010

El Ying-Yang




El equilibrio entre el bien y el mal, entre dos mundos divididos aquí y en el más allá. Dos colores, el blanco o el negro, no hay posibles terceros, ni cuartos. Una luz se centra en unificar ambos lados. La balanza en paralelo al suelo, no se inclina hacia las lágrimas o el consuelo, hacia el dolor o el duelo. Mientras yaces sobre las bastas praderas de sabiduría en tu mente, cuando las lagunas desaparecen, cuando las nubes escampan y el sol aparece, o cuando se esconde y la luna entre sus vasallas aparece, es cuando de nuevo una sonrisa de tono pueril se dibuja en tu rostro, mientras desgarrando tu camisa le gritas al infinito que eres único, libre y te amas a ti mismo. Porque amas a quienes lo merecen y a quienes no toman la vida como un juego, en el que interpretan un papel en este "teatro ambulante", hipócrita de buen talante, con guión estudiado y bien engalanado, se aprovecha de la oscuridad más espesa para sacar las garras y dar lanza a su presa. La sangre brota de su espalda, y su alma desgarrada corre en busca de la parte más alta de la explanada. Un águila surca el cielo, a punto de volver al nido con sus polluelos, topa con el ánima emergente de las sombras, a una altura de infarto y le pregunta por qué huye de su cuerpo aun en vida, pues todavía se revuelve en llantos y grita. Y ésta le contesta: para qué seguir llorando, cuando mi cazador ha conseguido dar en el blanco, cuando he caído rendido a sus pies y mi aliento fatigado deseaba saciar al silencio con su marcha funeral... Si mi castigador rompiendo mis carnes solo ríe ante mi cara, de gozo, pues como si a un pozo sin fondo quiso lanzar mi espíritu, dejando en vida a una buena amiga. Éstas, señora águila, serán mis últimas palabras al respecto, pues soy hombre de bien y lo demuestro, no solo con palabras, si no con hechos. Pues nunca me aproveché de ninguna situación en la que más que mi sexo, mandaba el corazón. Los ojos vendados de aquellos que creyeron que mi templo heredaron, se confundieron y volando así al lado de mi madre luna, dejaré pensando durante largo tiempo, pues creo que mi recuerdo, entre aquellos que me quisieron, permanecerá intacto por los siglos de los siglos, sin ser modificado. Esta es la historia de un pobre diablo, que gracias a una desgracia, se acercó más a los suyos, dejando sin importancia la verdadera causa por la que vuelo sin descanso, para convertirme en estrella, y adherirme sin contemplación, a mi favorita, la constelación de la esperanza, desde donde lanzaré fuerzas a quienes me ayudaron a librar mi batalla sin pedir a cambio mi alma.
Por: Alex R.

BESOS Y ABRAZOS PARA TODOS LOS QUE HABÉIS ESTADO AHÍ EN TODO MOMENTO, Y NO POR LO ACONTECIDO ACTUALMENTE, SI NO POR AQUELLOS QUE SUFRIERON CONMIGO CADA ERROR COMETIDO.

ALEX
PORQUE AUN QUE A VECES ME SIENTA SOLO, SÉ QUE ANDO BIEN ACOMPAÑADO.

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