sábado, 13 de noviembre de 2010

Versos Sueltos 2




Texto Rescatado
Escrito el día 3 de Abril de 2007

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Suena la campana y al mirar atrás divisé una sombra oscura, un tintineo, una mirada siniestra que ocultaba cierta hermosura. Un haz de luz tras su pupila me cegaba y dejaba a cero mis posibilidades de escapada. Difícil la huída, pésima actuación del pequeño druida, ocultado tras setos de palmo alto, lanzóle una piedra a la capa oscura de la señora cuyas manos frías ahora me ahogaban. Aquella dama oscura se giró buscando con su inquieta y distante mirada de muerta, a aquel enano insolente intentando distraerla, pues mi vida parecía sentenciada a una muerte violenta. Tan solo una mirada suya destrozo el corazón de aquel personaje en un instante y yo seguía preguntándome, porqué a mi no me había enviado a las puertas del infierno como hizo con aquel enano inquieto. Por lo visto su misión no era liberarme de esta prisión llamada vida, ni tan si quiera acercarme el olor del averno, aquella empresa que contra mí emprendió la princesa de la noche, solo era un leve aviso dejándome sin aliento durante largo tiempo, para recordar que sigo vivo y que no he de desperdiciar los minutos que me está ofreciendo.
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Ni toda la oscuridad en la tierra existente sería capaz de aplacar la intensidad del brillo de tus pupilas. La luna envejece como cada noche perdiendo la batalla frente al dios sol, y muere de envidia reconociendo que tus tesoros chispean al unísono pequeños ápices de belleza envueltos en una luz clara, creando un haz perfecto, dándole la cualidad deseada a tu mirada. Tristeza, imagino, esas esferas llenas de lágrimas magnánimas pues son enormes tus ojos y sus embrujos demasiado peligrosos. Una de tus miradas regalada a un imbécil como yo, sería capaz de matarme a causa de la fuerza que ejerces sobre el universo. Tan directa parece que al observarte me atravesaste, si muriese en el intento de cruzarme con esos ojos tan bonitos, sería una muerte dulce, pues mi último recuerdo sería el brillo de tus iris en contacto con el aire que respiro.
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Cayó la noche sobre el cielo y mis ojos lloran por no saber escapar de la belleza de esas magníficas estrellas que embelesan a cualquiera que dirija su vista a lo alto de la bóveda celeste, en una noche donde ninguno puede prestar su alma a nadie, donde todos volamos con nuestra imaginación a lo más alto, al punto álgido de la estrella polar, de la más chica, a la más grande, de la maravilla más increíble a la más triste, ... Sin la noche que sería del amor, de esos ojos atónitos ante tal espectáculo, ante tanto brillo de los cientos de astros. Pequeñas centinelas que observan cada paso que das, que añoran no tenerte cerca, pues tú eres el centro de tú universo, que no te quepa duda. Recuerda que sin ti la belleza de la luna no es nada, pues como comparar el verla a solas en la montaña, o tenerte a mi vera para contemplarla.

Ya sabes, no hay Peter Pan que valga, solos ante el cielo y las agujas del reloj se paran por miedo a estropear la velada.
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Cuando la luz es negra y la muerte se crece y crea un ambiente tenebroso, de mi pecho sale un puñal llamado rábia y atenta sobre aquellos que intentan hacerme daño.
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