domingo, 7 de noviembre de 2010

Teatro Ambulante (Relato)



Tras el cristal de la vitrina sentada la anciana tomando su taza como cada mañana. Semi dormido, como siempre, camino pensando mientras miro al horizonte. Nada me llama más la atención que la lágrima de aquella vieja postrada en su silla a la espera inquieta de su alma gemela. Cuentan las malas lenguas que se marchó con una chica más joven, que no murió en la guerra y ella enloqueció, sino que tras robarle el corazón lo destrozó por unos pechos firmes, una piel tersa, una mente inquieta… Tras dar la vuelta a la esquina el kiosquero saluda y comprando el interviú el catedrático vecino del barrio. Buena familia, su mujer ni si quiera sabe que sale de putas, sigue soñando con que sus labios son los únicos que su hombre ha tocado, ni hablar de sexo, sigue creyendo que es la única, quizás la primera, pero no la última de una interminable lista llena de amantes, de jóvenes locas estudiantes que buscan el sobresaliente lamiendo el miembro mientras cruzan los dedos y sus novios fornidos y apuestos juegan al baloncesto en un intento de no estar fuera de onda y seguir con las modas. Lamentable espectáculo el del teatro callejero que día a día observo mientras paseo buscando un lugar donde poder reposar mi vista con paz y tranquilidad. Al llegar al bar a tomarme mi primer café una pareja de enamorados atrae mi ilusión. Se cogen de las manos mientras unen sus labios, sus pies pegados y jugueteando, qué lástima que al despegarse fijé mi vista en él. No hacía ni ocho horas lo vi disfrutando de lo lindo con mi amiga Lola (No, no, sin condón). Sé que son novios desde hace ya más de dos años, pero qué más da, este teatro ambulante todo lo da. El espectador nunca se aburre y menos cuando hablamos del corazón. Amigos, el gran interrogante es si el amor existe, por menos de nada soledad se ante pone al más pintao sin demora. Barreras invisibles entre almas que en su día se amaron sin límites. Pero apareció el tercer factor llamado perfección. Encontrar en otra persona el complemento perfecto, aquello que añoras de tu anterior pareja y que la nueva ni se lo plantea, el tono de voz, quizás el pelo o la talla de sujetador. Cualquier casualidad se debe al destino y no a la situación en la que vivimos. Lágrimas gratuitas para aquellos que dejaron todo por un sueño, para aquellos que vieron la caída de sus vidas en un abismo sin fin, en una oscuridad infinita olvidándose del final feliz.

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