sábado, 27 de noviembre de 2010

Teatro Ambulante (Canción)






Texto Rescatado
Escrito el día 10 de Noviembre de 2008

Camino descalzo por el mundo
Me obligan a ser sordo y mudo
La soledad en ocasiones sufro
Me introduzco en el inframundo
Viajo perdido entre entes aparentemente desnudos de cuerpo y mente

Falsedad a la orden del día
Sufrir poco ataques de alegría
Vida vacía por personas que esconden su rabia
Savia en mi labia sabía que estaba
Babas al escupir verdades como montañas

Internet puede ser un arma mortífera
Millones de historias inventadas
La gente ahora puede ser lo que nunca serán
Puede fingir sentir lo que nunca sentirán

Las palabras se las lleva el viento
Miento cuando estoy contento
Me lamento cuando mienten por tranquilizarme
La sociedad comienza a asfixiarme
Hablan sin conocer quien hay detrás de mi cara de imbécil

Siento apatía por conocer a tías
Bucle infinito se repite la historia
Te enseñan las tetas por la cam
Se acuestan contigo hoy y mañana ni se acordarán
Además salen con un chico y les da igual

Discotecas y fiestas sinónimo de muchos amigos
El gimnasio te regala un buen nivel de ánimos
Músculos ficticios que te hacen destacar en tu mundo imaginario

||ESTRIBILLO||
||VOCAL||

Un buen coche parece la clave perfecta para ensimismar a las tías ineptas
Un buen vestuario para aparentar ser más de lo que uno es y jamás será
Quizás para ocultar de forma disimulada la falta de inteligencia bajo buena apariencia

Cuando un amigo te diga que está para lo que haga falta duda
Si tu novia no te mira a los ojos cuando dice te quiero prepara tu escapada
Si te miran raro cuando paseas por el barrio mantén paso de plomo y alza la mirada
Si tu coche no tiene caballos si no tortugas, tranquilo sube más mi música que reviente mi puta acústica

Te duelen los oídos cuando hablan mal de ti
Cuando te engañan con mentiras por no hacerte sufrir
Pero si aprietas los puños y gritas a la mierda podrás resurgir
Fruncir el ceño cuando te mosqueas solo genera arrugas
Es inútil poner mala cara cuando te defraudas
Mejor agarrar el libro en el que reposa tu historia
Y de una vez por todas pasar de página

Si abrís los ojos y observáis todos los movimientos de esta sociedad
Pronto detectáis que son actores sobre el escenario de este dichoso teatro
Teatro ambulante donde la gente representa la misma función cada día
La misma función que no tiene otro título que el de la vida misma.

Instrumental de La KsA Producciones 2008

Para la gente que más quiero!!!
((Sentiros tod@s por aludidos))

viernes, 26 de noviembre de 2010

Historia de un pobre diablo




Texto rescatado
Escrito el día 10 de Mayo de 2007


Abro los ojos y todo lo que me rodea me trae recuerdos de cuando estabas cerca. Tu perfume abrazando mis sábanas, tu cara en la foto, mirada cálida, saliva dulce corazón roto.

Te prometí el cielo y sus estrellas, pero no esperaste a ellas. No prestaste atención a su belleza. El tiempo corre y no espera y tú desperdiciaste cada segundo pensando en él. Fría como la hiel, bella como una puesta de sol, triste cuan niño mutilado y sin piel, pegajosa al hombre como la miel, ojos claros como la mar, pelo anaranjado como la vista al despertar.

Anteponía todo a mí, pus tercer plato fui. Marchaste con mi fuerza y mis ganas de vivir, tras de ti mi corazón corría, pero lo ignoraste, pues el tuyo se enamoró de aquél que mereces. Te trata como una princesa, te crees importante a su lado, pero nunca cierres los ojos, para él eres como una compresa. Ahora te necesita y mañana te desecha. Aprovecha el trecho que divide nuestros pechos, cuelga el teléfono para no escuchar a mi alma en pena. Hazte la sorda y no menciones lo que le hiciste a este pobre diablo. A este pobre diablo que solo busca un por qué a tu acto desangelado. Congelada cuan hielo me quedé y destrozada al verte desaparecer. A tú parecer no es más que un paso hacia delante, ahora soy yo el que no te quiere ni ver. Va a ser que tuve razón, te toca retroceder, pero ahora soy yo, el que no está dispuesto a ceder.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Aire




Texto Recuperado
Escrito en 26 de Noviembre de 2006

Siente el aire como acaricia tú piel
Siente el calor y como derrota la hiel
Siente la brisa que hace vibrar tú camisa
Siente el tiempo y no tengas prisa
Siente la vida misma y contémplala
Siente la calma y tú respirar
Siente el brillo en la oscuridad-
Siente la negrura por mirar fijo la hermosura del sol
Siente la sensación inexplicable con el corazón
Siente el amor y acarícialo-
Siente el respeto hacia ti mismo y guárdalo
Siente el aliento al pasear por el jardín inmenso-
Siente el palpitar al cruzarte con su mirar
Siente la suavidad en su carne-
Siente la aventura de adentrarte
Siente la alegría de reconciliarte
Siente cuando hagas llorar
Siente cuando hagas daño-
Siente tú instinto
Siente el olvido
Siente y solo siente aquello que ansías de niño
Sé fuerte, te lo mereces
Ya combatiste en grandes batallas
Ya lograste derramar demasiadas lágrimas

Aire, solo siento el aire
Aire, junto a mí estarás
Junto a mí avanzas
Abrirás paso a mi alma
Y nunca me abandonarás

Ya es tarde para pedirte paz y tranquilidad
Ya es tarde para derrotarte tiempo
Cronos me venciste, atacaste por la espalda
Tus agujas como espadas atravesaron mi vida
De veda saliste con esperanzas de atraparme
Matarme era el grito de tú estandarte
Por que tanto sufrimiento, no entiendo, no comprendo
Si todavía sigo aquí bajo el mismo techo
Si todavía sigo aquí sobre el mismo lecho
Gran trecho inalcanzable sin despecho
Duro atrezo para una obra maestra de peso
Mi pecho apunto estalla
Mi vida apunto escapa
Mis ganas de seguir aquí me ayudan
Me evaden de la realidad cruda
¿Ya te quieres ir? No encuentras sentido ¿verdad?
Yo ya lo vi, no te quiero seguir, sé que merece la pena seguir aquí
Los sueños, los recuerdos, los te quieros, las caricias, los lamentos,
Los llantos, los malos y buenos momentos, los amigos, las fiestas, las películas, el sexo, tus ojos, los míos, tus manos cerca sin diferencias. ¿Aun te quieres marchar?

AIRE AIRE AIRE

Aire, solo siento el aire
Aire, junto a mí estarás
Junto a mí avanzas
Abrirás paso a mi alma
Y nunca me abandonarás

miércoles, 24 de noviembre de 2010

Perdido




Texto Rescatado
Escrito en 19 de Enero de 2007

Me siento perdido, sin ánimo de seguir vivo, con todo y nada conseguido. En un mar de lágrimas hundido, en un barco corroído. Pensamientos de suicidio, sueños de niño iluso por aquel daño ofrecido por entes malvados en un intento de hallar mi fracaso, en un intento de verme lanzado por la ventana de mi piso, de recuerdos de aquel tiempo en el que mi corazón estaba cálido por el amor, mi bolsillo lleno de compasión, mi hábitat frecuentado por personas buenas y con ganas de hacerme reír y no llorar. De verme feliz y no con ganas de volar. Asustado por las miradas indiscretas de humanos que adquieren estados alterados de las mentes más cruentas de esta sociedad manchada por el dólar y no por el ser y estar. Mi rostro marcado con el indeleble bolígrafo del dolor más amargo, mis ojos tristes pues no hayan en nada interés por seguir observando, mi nariz potente, grande e inservible por no oler aquel perfume, mis manos temblando por no seguir acariciando la piel que cubría aquel cuerpo tan deseado, mi lengua sumergida en la saliva más ácida, pues no bebe de sus labios aquella savia tan melosa y cálida. En fin, un día más en estos parajes de soledad. Me siento perdido y no hallo mi rumbo, mi camino, mi lugar en este abismo llamado sociedad.

martes, 23 de noviembre de 2010

Te dedico éste silencio




Texto Rescatado
Escrito en 22 de Enero de 2007

Te dedico éste silencio para que pienses lo que fuiste,
para que veas e imagines lo que nunca llegaste a ser,
para que abras los ojos y aprendas a conformarte
con lo que tienes, con lo que eres.

Suena el despertador,
Acostado sobre el colchón,
Soñando con una vida mejor,
Soñando con tener cariño,
ser comprendido, ser escuchado.
Soñando con volver a ser un niño.
Pensando en que la vida te devuelva un guiño.

Recitando versos de antaño,
Hablando con amigos desde los cuatro años,
Teléfono apagado, desterrado de la vida de a diario
Oasis, lagunas de sentimientos ya pasados
De sensaciones perdidas en laberintos de sufrimiento.

Lágrimas bajan por tus mejillas,
Labios tiemblan al chocar con ellas,
Manos abrigan tu barbilla
Y acarician la cara de aquel que recuerda ser quien,
Que recuerda ser alguien en esta vida fría como la hiel.

Te dedico este silencio para que pienses lo que fuiste,
para que veas e imagines lo que nunca llegaste a ser,
para que abras los ojos y aprendas a conformarte
con lo que tienes, con lo que eres.

lunes, 22 de noviembre de 2010

¿Qué es el amor?




Texto Rescatado
Escrito en 24 de Enero de 2007

¿Qué es el amor? Me atreví a preguntarme una noche en la que las estrellas brillaban con más intensidad que nunca. La luna parecía estática, el tiempo por un momento se detuvo y la brisa me acarició la cara obligándome a cerrar los ojos durante un instante. Tomé aire y el mar con su aroma me hizo soñar. Mi cuerpo recostado en la costa, sobre la arena de la playa, descansando sobre aquella maravilla de paisaje. Solo y sin nadie que moleste mi bagaje. Destierro del mundo que conocemos, bienvenida al mundo de los sueños. Entonces el recuerdo de aquello que en su día me dio la felicidad y ahora me regala recuerdos con su firma, me hizo pensar en preguntarle a la luna, la más sabia de todas las diosas, la que estuvo presente en todos los romances, ¿qué es el amor? Ella permaneció muda, no soltó ninguna palabra, pero me regaló un destello en el que explicaba que el amor no se puede describir. Es es el sentimiento mayor del hombre en esta tierra bañada de tristeza y sangre, de dolor y llantos de personas que nunca lo hallaron, de aquellos que lo perdieron y luego lo añoraron, ... El amor, inexplicable con palabras, pues al hablar de él, solo un perfume me recuerda su compañía, solo una voz me calma al oírla, solo una caricia suya siento al consolarme y solo al verla me tranquiliza ver que es ella la que está cerca. Aquella a la que amo con toda mi alma y no encuentro ahora en mis días, aquella que marchó por mi abandono, aquella con la que sueño cuando cierro los ojos, ... Donde estará es una buena pregunta, ¿quién es? es otra de tantas, pero solo yo sé que ella será única pues me dejó entrar y conocer su alma, sus besos sobre mi almohada fueron su último deseo, antes de que olvidara lo nuestro, antes de que me desterrara y yo quedara solo, acompañado de la luna en esta noche de locos, en esta noche en la que mi pregunta sigue siendo ¿qué es el amor? ¿Por qué si lo siento no lo tengo, no lo huelo, no lo toco, no lo veo?

domingo, 21 de noviembre de 2010

Nubes de papel




Texto Rescatado
Escrito en 19 de Febrero de 2007

Nacer de la tinta de una pluma manchada por el odio y dirigirse a personas que no tienen la culpa del desastre ocasionado, es lo peor que a un verso le puede suceder en su vida. A diario recuerdo lo que fue volar entre nubes de papel, estar en lo alto por escudriñar el interior de mi ser, por expresar lo que otros son incapaces de ver. Lo feliz que fui siendo portador de buenas palabras de amor, lo que en su día marchaba a buen ritmo, lo que en su día me encarceló y yo contento con ser cartero, por convertirme en verso, por tintar de blanco el negro, por iluminar su cielo. Acompañado estaba, solo me encontraba, mi ser te aclamaba. Donde te ocultaste mujer, donde estuviste para que pudiese volver a nacer. Ahora en vez de pluma nazco de una tecla en ruinas, quemada y corroída por la quemadura de un cigarro. Mi amo consume nicotina, pero sabes que anda enganchado a tus labios. Es una sorpresa para la orilla con su arena, para el mar y su centinela, para las estrellas y su luna, para la diosa griega y su historia, para mi vida y mi victoria, para mi madre y aquel con el que la comparte. Soy verso y nazco de sus dedos y de nuevo ofrezco una buena nueva, abandono de las lágrimas de amargor, por un respiro, un descanso, sabor a miel e inhalar a la vez tu perfume mientras duermes a mi lado. Haciendo el amor, pensando en que el tiempo muera y sus agujas le pesen tanto que no pueda seguir marcando, que cese su tic-tac pesado y se detengan por un rato, por saborear más tus caricias, por bordearte con mis brazos, por sentir tu voz a un volumen bajo, por pedirte que repitas pues no oigo lo que ansío, o quiero volver a verlo escapar por tus labios. Te quiero, este es el mensaje que hoy llevo. Soy un simple mensajero, nacido de las manos de mi amo, que hoy está enamorado. No nací de la tinta de una pluma pero sí de sus dedos. Volviendo a recordar lo que era volar entre nubes de papel, volviendo a recordar lo que era jugar y sonreír por verle así de feliz.
A.Romero

sábado, 20 de noviembre de 2010

Mis musas



Textos a mis musas


Texto Rescatado
Escrito en 24 de Febrero de 2007

Primera Parte

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-"Sinuosas curvas las que posees, y mis labios temblorosos por ser su primera vez, por ser la vez que besaron tu piel. Quieren llegar a escalar tus senos y desembarcar en un desenfreno al volcar sobre tu monte de Venus. Convertir en agua lo que fue veneno y adentrarse de lleno en tu interior, con su pasión y calor infierno."-
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-"La última vez que te vi, desapareciste cual déjà vu (/deʒa vy/), tras las cortinas abandonando la estancia en la que me abordaste con tus brazos, besos obseso por morir sobre tus huesos. Tu vestido de seda translúcido y mi mente que enloquece al verte, mis ojos tintineantes te absorben y te despojan de tus linajes. Te deseo y no sé como expresarlo, ni cuando el cielo acompaña la velada mi alma sigue inquieta por tenerte y poseerte toda."
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viernes, 19 de noviembre de 2010

Las aventuras de Omenophis




Texto Rescatado
Escrito en 2006 y publicado en 2 de Marzo de 2007

Quinta parte

Al final de aquel angosto túnel nos encontramos con una sala enorme, de forma rectangular. Había una mesa de madera corroída por el tiempo y la humedad del lugar. No había sillas, solo dos señores vestidos de negro y armados. Al acercarnos a ellos, tras cruzar toda aquella antesala, el anciano les habló en un idioma un tanto extraño que me dejó boquiabierto. ¿A qué lugar me habían llevado mis pies? ¿Tan alejado estaba que ya no se hablaba el mismo idioma? En fin, me sorprendió ver como aquellos pedazos de armarios de tíos se apartaron y nos dejaron pasar. Dos puertas al estilo de fortaleza, reforzadas con clavos de cabeza cuadrada de unos diez centímetros de lado formaban dos hileras en cada portón. Nos introducimos dentro de aquel lugar tan escabroso, pues los techos de esta zona eran aun más bajos que los de la zona anterior. Aquí estaba todo menos iluminado y por fin, unos escalones que parecía nos devolvería al nivel del que yo, al menos, procedía. Subimos uno, dos, hasta quince escalones, los primeros de tierra húmeda y recubiertos con una pasta extraña. Los últimos de piedra maciza.

Algo extraño que desprendía destellos al lado de una puerta metálica llamó mi atención. El metal de aquella puerta estaba tan pulido que casi me podía ver reflejado. El joven acercó la mano y se accionó algún tipo de mecanismo, pues la puerta se retiró a una velocidad pasmosa. Un patio gigantesco lleno de gente y un ruido ensordecedor me daban la bienvenida a aquella ciudad que estaba seguro, era guardiana de un secreto muy grande. Seguí los pasos del anciano y del joven extraño y me condujeron hasta un cuarto en una de las esquinas del cubículo en el que se ubicaba el patio exterior. Efectivamente, bordeado de altas murallas de piedra. Estaba dentro de aquella fortaleza. La gente hablaba a gritos, estaba lleno de comerciantes y de pronto un silbido que retumbaba entre aquellas paredes macizas me recordaba al sonido que escuché la noche anterior y que me obligó a taparme la cabeza con el macuto para poder continuar con mi descanso. Unas luces muy extrañas se iluminaban en el suelo en una de las esquinas del patio y le siguió el mismo sonido grave y fuerte que el que le precedió la noche anterior mientras intentaba dormir. Una sombra gigantesca ocupó todo el patio y al llevar mi vista al cielo, vi un artefacto metálico que flotaba en el aire. Unas luces intermitentes de color rojo en la parte inferior del mismo me atrajeron tanto que casi le di más importancia a eso que a que un objeto tan grande y seguramente pesado pudiese estar volando como un pájaro, aun que ni eso, pues planeaba casi estático y descendía con mucha cautela. Al llegar al suelo me quedé anonadado. En su interior viajaban hombres y mujeres. Vestían del mismo modo que yo lo hacía antes de comenzar mi viaje. Me sentí muy identificado con ellos, pero no sabía quienes eran. En una de las partes de aquel objeto que era capaz de evadir las leyes de la gravedad, una inscripción. Distinta a la que hallé en la magnífica puerta del palacete, pero también me era familiar y ¿por qué?

En ese momento el anciano llamó mi atención con un chasquido en los dedos a pocos centímetros de mi nariz. Me asusté, pero volví en mi mismo en breve. Le miré y me invitó a pasar dentro. Algo comentaba sobre la preparación que debían llevar a cabo conmigo. Pero ¿Qué preparación? ¿Dónde diantres estaba que hasta los hombres volaban? Tenía cada vez más interrogantes, pero que demonios, en el fondo me gustaba, pues mi aventura no había hecho más que empezar.

FIN DE LA QUINTA PARTE
Fin del capítulo 1

Autor: Alex Romero

jueves, 18 de noviembre de 2010

Las aventuras de Omenophis




Texto Rescatado
Escrito en 2006 y publicado en 2 de Marzo de 2007

Cuarta Parte

Aquel camino me acogió con buen pie. Me sentía cómodo aun que demasiados interrogantes en mi cabeza como para fijarme si las piedras eran molestas o no, como para fijarme si la cuesta que más adelante me tocaría subir era demasiado empinada o no. ¿Por qué aquél pórtico, o más bien su inscripción me traía tantos recuerdos? Mejor dicho, recordaba aquellos objetos. Nunca antes había estado en aquel pueblo y mucho menos en ese palacete. Tampoco había visto antes a aquella niña y me sorprendía que llorara tanto al verme marchar. Me llevé la mano al mentón, en plan pose pensativa. Y cual fue mi sorpresa que tenía barba, además larga. No me había visto reflejado en esos cristales casi mágicos que había en las casas de la gente rica durante mi estancia allí, pero no recordaba tener ya una barba tan avanzada. ¿Había algo más extraño a tener en cuenta tras mi salida de aquel pueblo? Quizás el que todos los habitantes del mismo se hicieran los locos al yo pasar por aquella plaza.

Demasiadas cosas extrañas habían sucedido en tan poco tiempo. Desde que me marché de mi cabaña al la vera del mar, con aquella vegetación fantástica y con mis pocas pertenencias que me hacían un hombre feliz y completo. Aun llevaba en mi macuto algunas de mis pertenencias más valiosas y en mi interior mi espíritu seguía ilusionado por seguir viajando. Mi primera prueba de resistencia tras abandonar el poblado, aquella empinada subida, el camino era muy caprichoso con los pobres errantes que se zambullían en sus serpenteantes brazos. Tras subir aquella cuesta, una pequeña meseta quedaba justo bajo mis pies desde la cual se divisaba la magnificencia de aquella tierra. Bañada en su totalidad por la luz del sol y con ciertos tintes florales que invitaban a soñar. Pero no podía ser, no había andado casi nada, el pueblo todavía estaba a mis espaldas y desde allí se divisaba las casas en la que había dormido, aquel jardín del cual me había enamorado y en el que no tuve la suerte de perderme al anochecer con aquella maravillosa niña, la plaza con su fuente y sus gentes. Todo aquello estaba demasiado cerca. A tan solo media hora de camino. Tomé aire y me dejé deslizar por aquella pequeña meseta pues la aventura me esperaba, me llamaba a su lado.

Continué caminando y llegué a un cruce de caminos. Difícil decisión pues un cartel clavado con un par de estacas y sujeto con hilo de pita grueso, se había desprendido de su posición original y se hallaba boca abajo. Al girarlo me di cuenta que podía tener diferentes direcciones posibles, pues en todas ellas encajaba a la perfección. No había manera de averiguar cual era el camino correcto. De todos modos ninguno de los dos destinos me llamaba más la atención, ni tampoco serían mi último destino, ¿o sí? ¿Cuántas aventuras podrían estar esperando mi llegada en esos poblados alejados de la mano de los dioses? De momento no tenía conocimiento suficiente como para responder a esta pregunta, pero en seguida me di cuenta que si no me decidía ya pronto caería la noche y no era muy buena idea dormir en un cruce. Había el doble de posibilidades de encontrarme con algún alma despiadada con ganas de desplumarme. Y aun que no tuviese nada de valor material en mi macuto, si iba llamando la atención con aquellas ropas de rico y seguro que no me iban a preguntar primero si lo que en él llevaba era de valor o no. Primero me arrebatarían algo que jamás regalaría ni derrocharía, mi vida, y luego se darían cuenta que han matado a un inservible ser humano sin nada de valor en su haber. Me decidí por el camino de la izquierda, pues parecía más ancho y no me daba la mala sensación que me daba el otro, pues parecía que el camino de la derecha daba a parar a un inmenso bosque de árboles gigantes. Se veía a lo lejos. Por ello y no por otra razón así tomé mi decisión. Caminé sin descanso hasta que la luna por fin ganó la batalla y el sol se rindió a sus pies, apagándose tras aquellas montañas del horizonte.

Yo no encontré ningún sitio de cobijo tan bueno como aquella cueva durante días. Me limitaba a apartarme del camino y dormir bajo o entre los setos que crecían a su vera. Comía insectos, pequeños roedores y algún que otro fruto, que para mi eran manjares. Tras cuatro días andando casi sin descanso, di muerte a aquel camino y me introduje en un nuevo pueblo. Sus murallas se divisaban a lo lejos, eran muy altas. Parecían gruesas y macizas. Imposible de atravesar ni con cien mil hombres del mejor de los batallones. Me mantuve expectante a encontrar la entrada, pero parecía que no las había. Tardé dos días en bordearlo todo y no encontré ni una sola entrada. Creo que ni el aire era capaz de atravesar aquellos muros. Cuando terminé al completo mi observación, me dejé caer rendido en el suelo sin saber ante que me enfrentaba. De pronto el suelo tembló y me pareció increíble. Un terremoto pensé, pero era tan extraño, era como si golpearan mi trasero. Mi mirada fija en aquel muro tan alto y rollizo se dirigió a una velocidad de la luz hacia el suelo para ayudar a mi mente asombrada a comprender el por qué de aquellos temblores. Eran más bien como si golpearan mi trasero, como antes decía, y de pronto escuché una voz. Pero, ¿de dónde venía esa voz? Me empecé a poner muy nervioso y me levanté corriendo. Al levantarme, uno de los pequeños tacones que llevaba mi zapato golpeó el suelo y fue cuando sentí un ruido a madera muy extraño. Parecía hueco, así que me aparté y de pronto apareció de debajo de la tierra una puerta de madera que se abría dejándome ver un nuevo mundo. Un señor con una barba casi kilométrica se asomaba con una antorcha y un joven bastante musculazo se encargaba de sostener el increíble portón.

Me quedé completamente perplejo al ver aquello, pues nunca imaginé que la puerta a aquella gran ciudad fortificada estuviese enterrada enfrente de uno de sus muros infranqueables.
–“Bienvenido amigo. Debes de estar hambriento después de dos días merodeando por aquí. Las ratas no son lo mejor que tenemos por estas tierras para comer. ¿Te apetece probar el ciervo y dar un trago a un buen vino?” –
Al decir aquello el anciano de la puerta me pasaron diversas preguntas por mi mente, cada vez más asombrada por el mundo que había a mi alrededor. Pero la primera y más importante era, ¿cómo sabe que llevo dos días por aquí y comiendo ratas? ¿Cómo me han visto si yo a ellos no?
En fin, me limité a entrar, pues aun que tras aquel portón de madera me esperara la muerte más despiadada, mis horas estaban contadas si seguía allí, pues era el único pueblo que había en decenas sino cientos de kilómetros a la redonda. No tenía otra opción, y cuando decidí partir de mi humilde choza, lo hice para vivir aventuras. Me adentré por un pasadizo algo oscuro y húmedo, con cierto olor a incienso y cuyas paredes eran de bloques de piedra, muy similares a los de la muralla. Al final se divisaba una luz muy intensa. ¿Dónde me estarían dirigiendo aquel anciano y su “nieto” sin mediar palabra? ¿Sin preguntarme nada?

FIN DE LA CUARTA PARTE

Autor: Alex Romero

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Las aventuras de Omenophis




Texto Rescatado
Escrito en 2006 y publicado en 2 de Marzo de 2007

Tercera Parte

Al abrir los ojos lo vi todo nublado y muy borroso. Me picaban mucho los ojos. Y al llevarme una de mis manos todavía temblorosas para rascarme, no solo se me aclaró la vista de forma gradual, sino que me vino un olor a perfume muy fuerte. Miré hacia mis pies y fue cuando descubrí que estaba acostado en una cama muy confortable y grande. Además, estaba vestido con un traje de algodón muy cómodo, además de ser bonito. Fui a levantarme pero las piernas me flojeaban. Me pareció estar en un palacio digno de un rey muy rico. El suelo estaba muy frío, era de piedra resbaladiza. Un vaso con agua del tiempo me esperaba en una pequeña mesilla que había al lado de la cama. Di un trago y caminé hasta la ventana. Una enorme cortina aterciopelada cubría la pared delantera, justo enfrente del pié de la cama. Al apartarla descubrí una gran balconada cuyas vistas ofrecían un paisaje precioso. Se intuía un jardín inmenso, lleno de colores, verde, rojo, rosa, azul y por allá más al fondo, colores púrpura y amarillo, verde lima y otros muchos que parecían de otro mundo. Abrí las compuertas y con pié miedoso me dediqué a avanzar a un paso tan lento como mi vista se iba recuperando de los potentes rayos del sol. Me apoyé sobre la barandilla y me incliné para ver en su totalidad, aquel jardín que parecía sacado de las historias que mi padre contaba cuando era niño. Nunca había visto nada igual. Tres personas, muy mal vestidas y con los pelos andrajosos se disponían a podar los setos que daban justo al pié de la inmensa escalera que moría justo bajo el piso en el que me encontraba. Me maravilló el trabajo tan laborioso de aquellos hombres y he de admitirlo, me quede embobado. Al momento noté como una mano se apoyaba sobre mi hombro. Tan lentamente y con un movimiento tan armonioso que casi no percibí al tacto. Dejó caer su liviano peso sobre su cadera, y ésta la apoyó levemente sobre la barandilla del balcón.
“¿Cómo te encuentras? ¿Te sientes mejor? Menudo desmayo amigo mío. Tienes que venir de muy lejos para estar tan cansado y tan débil. Y ala vez has de ser alguien con el cuerpo muy fuerte, pues no pareces enfermo.” – Me dedicó todas estas palabras con su voz dulce y melosa. Y continuó diciéndome. – “Tu ropa está preparada sobre tu cama. Si necesitas ayuda para cambiarte solo has de pedirla. En cuanto termines te estaré esperando fuera para que vengas bajo a comer algo. ¿Tienes hambre?” –

Tan bien me trataba que no sabía donde me encontraba. Tenía tantos interrogantes que me sentía perdido. No sabía que decir así que le dediqué una sonrisa tan pura como mi sensación de bienestar. Se comenzó a alejar de mi lado, apartando su mano de un modo tan sutil como cuando aterrizó, tan leve fue su movimiento que sino es porque la veía no sabía que desprendía su mano de mi hombro. Cuando empecé a despertar del todo, volví dentro y comencé a vestirme. Como buenamente pude me coloqué aquella ropa tan inaccesible para alguien como yo y me dispuse a salir. Nada más abrir la puerta me encontré con ella. Me pidió que la acompañara y así lo hice. Bajamos aquellos escalones tan imponentes hijos de aquella gran escalera cuya barandilla parecía una de las serpientes gigantes con las que alguna vez me las tuve que ver. Una alfombra de color turquesa adornaba los centros y se me permitía pisar sobre ella. Al llegar abajo una enorme entrada toda en mármol nos daba la bienvenida. Una vez bajo, giramos a la derecha, hacia un gran portón de madera y cristal. Digno de mención, pues más que una simple separación entre ambas salas, estaba ante una grandiosa obra de arte. Dos hombres de igual vestir, se apostaban a cada lado, apoyando sus musculosos brazos sobre unas palancas doradas que había a los laterales de aquel magnífico umbral. Tras un saludo en plan reverencia, pusieron todo su empeño en desplazar aquellas palancas que les llegaban hasta la cintura desde el suelo y que nacían de una hendidura en el suelo. Al moverlas, las puertas comenzaron a retirarse hacia el mismo lado en el que debían estar sus bisagras. Se abrieron de para en par y tras otra reverencia, aquella niña y yo entramos en el salón.

Una lámpara enorme en lo alto de aquella mesa de madera que dudaba si pertenecía a un gigante, dominaba las alturas con un brillo celestial Llena de millones de piedrecitas de cristal. Silenciosas en su quietud, pero magníficas en su proyección contra aquellas paredes de un papel pintado tan animoso como el vestido de mi anfitriona. Cientos y cientos de pequeños arco iris nacían de aquella escultura en cuarzo, dibujando su rastro en los muros del habitáculo. Unas sillas de madera cuya talla era media y los dibujos de su respaldo tan trabajosos como bonitos. Ella comenzó a andar hasta un lado de la mesa y yo la seguí estupefacto ante tanta belleza. Nos sentamos, por desgracia, uno enfrente del otro, demasiado lejos y a la vez demasiado cerca, pues hacía ya mucho tiempo que no compartía aquel momento con nadie. Decenas de platos pasaban por mis narices y no dejé de engullir. Tenía tanta hambre como un oso cavernario. Al terminar, ella salió un momento de aquel inmenso comedor y volvió a entrar acompañada de un apuesto joven. Yo me levanté, pues algo sabía de modales, y me lo presentó. Se trataba de su futura pareja. Me quedé helado, perplejo, decidí que aquello era una pesadilla. Pasaron por delante de mí cada segundo que disfruté de aquella compañía, de aquel aroma, y ya en última instancia de aquella maravillosa casa. Me había tirado un día entero durmiendo y cuando despierto y empiezo a disfrutar de aquella situación, todo se desvanece como si se tratara de un truco de magia. No sabía muy bien que sucedía, pero el chico en una de sus fuertes manos llevaba consigo mi mochila. Alargó el brazo y me la entregó. Me pidió que le diera un poquito del perfume que había utilizado para aromatizar el cuero de mi macuto y a cambio me daría lo que el tuviese en su poder a cambio. Era muy común el trueque entre los ciudadanos de aquel mundo tan mal repartido. No sabía que decir, pues me olía a que todo esto era una despedida. La niña me había robado el corazón, a cambió me dio de comer y ropas nuevas. Su chico me devolvía la mochila pero deseaba un poco de aquel perfume y a cambió me daría cualquier cosa que tuviese en su poder. Como sabía que la hora de mi marcha se acercaba y no había tiempo de contemplaciones, le rogué que me dejara besar a aquella ninfa por primera y última vez antes de partir. El negó con la cabeza y me tiró el macuto a la cabeza. Me dijo que como era capaz de pedir semejante cosa, a una dama de tan alto prestigio como aquella que besara a un mendigo como yo. Sin embargo ella no opinaba igual y se abalanzó sobre mí. Sus labios chocaron contra los míos y una pequeña fuerza hacía todo lo imposible por separar mis labios, por abrir mi boca. Me dejé llevar y su lengua penetró con tanta fuerza que casi sentí que me la tragaba. Mi sexo comenzó a eructarse y justo en ese instante, la apreciada niña se separó de mí, dejándome al descubierto. Los pantalones parecían sacos que ocultaban alguna maravilla que, por lo visto, debía permanecer oculta al placer que me podría proporcionar aquella dulzura de mujer. El chico sonrió al verme y tomó de dentro de la mochila el frasco que contenía mi perfume. Se lo metió por completo en un zurrón y me invitó a marchar. Salí por aquella inmensa puerta y ahora me di cuenta que en ella había una inscripción que me era muy familiar. Pero no supe estar a la altura de aquel acertijo a tiempo y no recordé donde lo había visto antes. La niña vino corriendo a la puerta principal, cuando yo ya estaba en el último escalón, dispuesto a marchar. Al girarme, pues escuché como el caer de una pluma a mis espaldas e imaginé que eran los pies de aquella niña acercándose a la puerta; me di cuenta que de sus magníficos ojos caía un pequeño río de lágrimas al verme por última vez. No comprendía porqué, pues solo nos conocíamos de un día, y casi ni eso. Pero en fin, me limité a seguir con mi camino. Entonces, me di media vuelta, me coloqué el macuto en mi hombro y hacia delante sin miedo incliné mi cuerpo. El sol en lo más alto me abrigaba con su manto cálido y me invitaba a caminar por muchas horas hasta que la luna le diese muerte. Entonces tendría que volver a buscarme un cobijo donde dormir.

Pero, ¿dónde había visto antes aquella inscripción? ¿Por qué aquella niña lloró tanto al verme marchar? De vuelta a ningún lugar y sin destino definido volví a pasar por la plaza donde todo empezó. La gente aglutinada en los comercios no se giró para mirarme en absoluto. Me sentía como uno más, o no, incluso como un ente fantasmal, translúcido al que nadie podía sentir ni ver. Aquello era mucho más que molesto, era escalofriante. No entendía nada, pero decidí salir de aquel pueblo lo antes posible. Había algo que no era normal y eso me inquietaba. Por lo que seguí el dictado de mi corazón y me lancé de nuevo a la aventura por aquel sendero que me llevaba lejos de aquel poblado, aparentemente lleno de enfermos de mente.

FIN DE LA TERCERA PARTE

Autor: Alex Romero

martes, 16 de noviembre de 2010

Las aventuras de Omenophis




Texto Rescatado
Escrito en 2006 y publicado en 1 de Marzo de 2007

Segunda Parte

Apoyado sobre uno de los bordes de la fuente de la vida con una mano, llevé hacia mi hombro afortunado en el que reposaba el alma de aquella diosa la que me sobraba y la que tenía más seca después de mis dos intentos de beber algún sorbo de agua. Al tocar aquella piel me quedé paralizado. Era tan suave, tan frágil y tan fina. Con el movimiento que hice en dirección a aquella maravilla de la naturaleza me regalé un soplo de aire empapado con su aroma. Dulce y cálido, como la mano que ahora descansaba sobre mí. Con un movimiento muy pausado y con la cabeza mirando hacia el suelo, me atreví a girarme poco a poco, a modo de reverencia. Ya se intuía un cuerpo perfecto con la sombra que bañaba el suelo con una silueta perfecta, digna de un ser supra natural venido de otro mundo, quizás del de la perfección, de aquel en el que todo ser halla su felicidad con simplemente aspirar el aire que en él habita. El suelo era digno de ser besado solo por ser el tapiz que diera soporte a aquella proyección tan bella, tan divina.

El murmullo de la gente se acrecentó en aquel instante. Yo con casi todo el cuerpo girado y con miedo a seguirlo con mi cabeza, fui muy lentamente dirigiendo mi vista a sus pies. Deleitándome con aquella sombra, con aquel aroma. Al chocar mi vista con sus pies creí sentir un leve mareo. Eran unos pies precioso, engalanados con anillos, pulseras en los tobillos y unas sandalias dignas de la hija de un ser superior. Seguí subiendo, pues aun a pesar del respeto que en un inicio decidí ofrecer, sentía cada vez más curiosidad. Sabía que corría el riesgo de quedar petrificado, quizás de perecer en el intento de encontrarme con sus ojos, o incluso antes, al llegar a la altura de su pecho, pues de su cuello podría pender un colgante mágico y atraparme para siempre en su gema. Aun siendo conocedor de tales peligros, seguí subiendo por aquellas piernas tan largas y tan rectas, con su contorno bien definido. Un fino tejido, casi transparente me dejó con las ganas de deleitarme con sus rodillas. Era el inicio de un bello vestido de alto linaje. Parecía seda de alta calidad, las usadas por las princesas. De un color turquesa, muy llamativo por otra parte y con ribetes dorados, rojos y azul oscuro que adornaban los extremos. Un bordado en colores más tenues decoraban la parte superior de aquella falda, tan corta para la gente de aquel pueblo, pero tan larga para mi joven mente que ardía en deseo de despojarla de aquel maravilloso velo, pues tanta perfección guardaba su perfil que no quería morir sin ver la verdadera estructura culpable de tan perfectas curvaturas en la tela. Llegando al vientre, que vientre. Unas caderas bien detalladas en contraste con su fina cintura y haciendo gala de una barriguita tan apetecible como el agua por el que antes luchaba por llevarme a los labios. Ya a la altura del pecho, pero sin olvidar que de reojo vi la mano que tenía libre, una mano perfecta, pequeña y engalanada con anillos y pulseras plateadas. De uñas pintadas y bien cuidadas, dignas de una mujer que jamás había trabajado. Dueña de unos dedos finos y rectos, carnosos y tiernos, largos y ardientes. ... Podría seguir así durante horas, pero volvamos a la altura de su pecho, pues fue cuando me tranquilicé. No pendía ningún colgante en el que quedar atrapado por la eternidad, ni mucho menos. Sino que me encontré con un escote que lucía tímido dos pechos redondos y con los que cualquier mujer de aquel pueblo deseaba. Bueno, y cualquier hombre, pero con otros propósitos que no merece la pena mencionar. Hasta yo los deseaba, pero no por lo que pensáis. Hubiese sido feliz con poder verlos al natural aun que solo hubiese sido por unos instantes en toda mi vida, pues estaban hechos con tanto cariño que el dios creador, fuere quien fuera debió utilizar diversas herramientas, como un compás para conseguir aquella redondez sin sostén, un peso para equilibrar ambos pechos, una pizca de dulzura para embrujarlos, picardía para tintarlos de aquel tono rosáceo y un poco de malicia para obligarla a ir vestida.

Tras aquellos segundos observando la perfección en sus curvas, continué con mi viaje por aquel cuerpo perfecto siendo mi carruaje mis ojos de niño perdido en un mundo tan inmenso en el que andaba hundido por completo en interrogantes. Su cuello tan terso y recubierto con aquella piel tan fina me recordó al movimiento de las nubes en el cielo. Tan esponjosas y tan livianas, tan suaves y tan bonitas, que invitan a soñar y crean impotencia por no poder subir allá tan alto y tocarlas con las manos. Me recordaba al tacto del terciopelo que solo en una ocasión pude tocar y del que me enamoré de inmediato. Pues mi padre era vendedor ambulante, un simple viajante que andaba siempre de puerto en puerto. Padre al que no conocí, pero del que aprendí tantas cosas como pude mientras lo tuve. Toda su piel me recordaba a cosas maravillosas, su cuello se me hacía irresistible. Pero continué subiendo. Me encontré con su barbilla. Con sus labios. Oh, dioses, que labios habéis esculpido en este rostro del que estoy tan maravillado. Carnosos y apetecibles. Dejaban un ligero agujerito en su centro. Un tentador pecado, de un color rosado, más bien carmesí, dignos de un ángel recién llegado del cielo más lejano. Unas mejillas en sonrojadas, de un color vivo y tan bien enmarcadas por aquellos hoyuelos. Una nariz pequeña, similar al cristal por su apariencia frágil, que invitaban a seguir subiendo y haciendo sombra al cabello tan largo que ya se intuía desde la altura del cuello.

Por fin alcancé sus ojos. Cuando ambas miradas chocaron, parecía una lucha de titanes, millones de partículas explotaban al chocar con el haz creado entre ambos mientras contemplábamos a qué personaje tenía delante en su caso, y yo quedaba maravillado por aquella magia que muy de vez en cuando sus párpados ocultaban. Unos ojos claros que eran fiel reflejo del mar del que venía. Cristalinos humedecidos y brillantes. De un color tan impactante que no sabía que existiera en la naturaleza, digno solo de los sueños que me regalaban los dioses por la noche al caer rendido en mi catre o últimamente en cualquier escondrijo a mitad de mi camino. Me quedé petrificado y noté como su mano bajaba de mi hombro por mi brazo hasta alcanzar mi mano. Se abrazaron fundiendo ambas palmas y me condujo hasta un cántaro que parecía soldado al bordillo de la cuenca de la fuente. Entonces sonrió. Yo nervioso como el que más, agarré aquel cántaro lleno de pureza y de vida y lo derramé sobre mi garganta de un modo brusco y llamativo, mojando también los harapos que llevaba por ropa. Fue el único instante que aparté mi vista de aquellos maravillosos espejos, de aquellas perfectas obras de arte que me quemaban tanto al mirar, que hacían que el día fuese noche, pues todo a su alrededor se oscurecía por tanta luz que aportaban, por tanto brillo que me regalaban.

Cuando devolví el cántaro a su dueña, sus labios se abrieron por fin dejando ver unos dientes inmaculados y tan bien colocados que solo obra del gran arquitecto podía ser. Tras sonreír me dedicaron unas palabras.
"¿De dónde sales niño? Debes de venir de un lugar muy lejano, pues tus ropas están empapadas y muy sucias. Tu mirada parece cansada y tú pelo cuanto menos se podría confundir con el de una rata. Sin embargo me gusta el olor que desprendes, pero no concibo como un chico pobre como aparentas ser, utilice perfumes que solo aquellos que se lo pueden permitir emplean para ocultar que no lavan sus cuerpos tanto como los plebeyos."
Pasaron unos segundos, puede que algún minuto, y volvió a intervenir.
"¿Niño? ¿Sabes hablar? Quizás no pueda hablar. -Le dijo a otra niña que había a su lado.- ¿Necesitas comer? Me empieza a preocupar mucho tu estado.
Fue entonces cuando su rostro me empezó a dar vueltas, mi vista comenzó a nublarse y caí en redondo.

Al despertar, recordaba aquel maravilloso encuentro, aquella niña tan bonita y su aroma tan embriagador con el que estoy seguro me drogó. "Quizás fuese una bruja y por eso me desmayé." Pensé en aquel entonces. Pero al incorporarme me di cuenta que no fue ni una bruja la que me hechizó, ni un sueño el que me creó aquella ilusión.

FIN DE LA SEGUNDA PARTE
Autor: Alex Romero

lunes, 15 de noviembre de 2010

Las aventuras de Omenophis




Texto Rescatado
Escrito en 2006 y publicado en 1 de Marzo de 2007


Primera Parte

Una noche, me embarqué en un viaje misterioso, lleno de increíbles aventuras. El cielo estaba completamente gris y las nubes casi rozaban las cumbres de las montañas. La luz, tenue y el ruido del agua al caer sobre el cañizo me hizo pensar en lo rápido que andaba mi vida. Que tristeza me entró al darme cuenta que todavía me quedaban tantas cosas por hacer, tanto por vivir y yo seguía aquí, encerrado en mi humilde choza cuyo techo de ramas secas se desquebrajaba cada mes y tocaba elaborar uno nuevo. Mi camastro de dura roca y cubierto con hojas aun verdes para que fuese más confortable. Un suelo de tierra húmeda, para que fuese resistente y no se hundiera uno al caminar dentro de la humilde morada. Una mesa colocada justo de bajo de un recoveco en el falso techo, que en los días de sol pleno, se iluminaba como cosa divina. Un tarro hecho con la mitad de un coco y lleno de tinte natural negro, hojas elaboradas artesanalmente para escribir penas como esta. Una vela, muy rupestre y una silla inestable, completaban mi escritorio. Al otro lado del habitáculo, una estantería de madera, y en su única leja, un cofre en el que guardaba mi mayor tesoro. Pero aquel día, al mirar dentro de mi casa me di cuenta que el mundo era mucho mayor, y las aventuras que me esperaban al otro lado del lago en el que un día decidí instalarme, eran infinitas y seguramente me llenarían ese pequeño hueco que ya no llenaba mi pequeño pero gran tesoro.

Una mochila de piel de un animal que comí en una ocasión, bien curtida y bien perfumada, me sirvió de transporte para las pocas cosas que podía llevarme. Un libro, "Recuerdos", una flauta en la que solo sabía entonar una única canción, "Mi amor", y un dibujo, dibujo en el que dibujé con mi propia sangre aquel paraíso que me propuse abandonar. Solo lo llevé conmigo por si en algún instante me apetecía recordar lo que fue mi amor en aquél lugar, viviendo en mi propio Edén. Comencé a caminar y se puso a llover, cada vez más fuerte, y más. Pero, continué. El dolor en mi espalda por el peso me hizo recular en algunos instantes de flaqueza, pero algo en mi interior me empujaba a seguir caminando, quizás la paupérrima luz que emanaba de entre las nubes más claras me guió por aquel camino de piedras, tan escarpado como empinado, tan duro como engalanado con los pinchos más punzantes que la naturaleza podía ofrecer. Aun a pesar de todo seguí caminando, ahora ya sin retroceder. La tormenta parecía calmada, y yo cada vez más convencido de alcanzar la cima de aquella montaña.

Cual fue mi sorpresa al encontrar una cueva, no lo pensé y, me cobijé. Me dispuse a encender una pequeña hoguera con la que calentar mis manos, pues esa fue la excusa que me di, lo que yo necesitaba era devolver el calor a mi alma, devolverle su vida a mi corazón. Pero con calentar mis palmas me conformé. Así que acurrucado al lado de aquella llama y sin dejar de observar los titubeos, volviéndome loco con aquellas formas. Sin quererlo se me nubló la vista y comencé a soñar. Un haz de luz cegador ante mi dio lugar a una gran alucinación. Un papiro entre mis manos que rezaba:
"Las estrellas siguen ocultas porque no estás cerca de aquello que anhelas, de aquello que amas. Dejaste tu paraíso en el que lo tenías todo por embarcarte en una odisea, en una onírica aventura, de la que no sabes si podrás regresar, pues tu camino puede desaparecer y perder la oportunidad de volver. Sé inteligente, plántate ahora que puedes, las llamadas son incesantes pero en breve hallarán su fin. No desaproveches lo que te ofrezco, retroceder en tus pasos, pues amigo mío, sé que en tu interior no deseas hacerlo. No seas tan orgulloso y vuelve a tu cabaña, con tu catre cutre y esa mesa en la que escribir tus ñoñerías. Vuelve para seguir alimentando tu tesoro, no dejes que perezca tan pronto cuando el calor sigue siendo en tu interior tan intenso..."

El papiro se desvaneció y volví en mí de nuevo. Seguía en aquella cueva, ahora era de día, el fuego estaba convertido en brasas, cenizas y un leve atisbo de humo que nacía de algunas de las ramas que aun seguían al rojo. Había dormido tanto que me dolía todo el cuerpo. Salí de aquella cueva apestado por las aterradoras amenazas de hallar en ella la estabilidad que ya tuve y que jamás volveré a encontrar, no al menos tan buena como la ya conocida. De un salto me levanté y me dispuse a continuar mi camino. Con mi mochila al hombro y mis pies preparados salí con ganas de comerme el mundo. A andar se ha dicho. En mis dos primeros días de viaje me encontré con el primer pueblo, la primera civilización que mis ojos veían después de vivir tanto tiempo en un mundo de sueños. En ella habían innumerables joyas, buenos aromas, ... y lo que más me sorprendió, tantos ojos atentos a cada paso que daba que me sentía desnudo, pequeño, como juzgado por un gran Dios, me sentía débil al ser atacado por tantas pupilas a la vez, tantas retinas atentas hasta el punto de poder contar los latidos de mi corazón. A cada paso que daba, un comerciante dejaba lo que estaba haciendo, o se quedaba completamente estático, parecía que el tiempo se detuviera, parecía que el ruido de aquella plaza se hiciera tan grave que en vez de personas parecían gigantes a los que les costara hablar por el peso de sus mandíbulas. El color de aquella plaza, cuya forma redonda invitaba a que cualquiera que allí se encontrara mirará hacia el centro, donde yo, con aquellos pasos de hormiga seguía avanzando para alcanzar la fuente. Sin esquinas y perfilada con tiendas apestadas de gente realizando sus negocios, aquello parecía más bien una pista de circo y yo el payaso al que querían ver fracasar, al que querían ver tropezar con una piedra y caer dentro de la fuente. Dejé de observar a todas aquellas personas ajenas a mí ser y seguí mi rumbo. Llegué hasta la maldita fuente de la que emanaba un agua pura, limpia y refrescante. La necesitaba, después de tanto caminar y de tanto sumarme a las lluvias torrenciales con mis lágrimas. La añoranza que pensé que jamás nacería de mi alma, se manifestaba de todas las maneras posibles. Con una mano en forma de cuenco me llevé el primer trago de agua a los labios, pues estaba tan temblorosa que casi derramé todo lo que me costó recoger. En un segundo intento pude beber y saciar algo mi sed, pero seguía encontrando problemas con aquel arrebato de parkinson que me sobrevino. Pero en aquel mismo instante, lo que más necesitaba sucedió. Una mano cálida en mi hombro me invitaba a girarme. Una mano cuyo olor invitaba a cerrar los ojos y a no mirar lo que me pudiese encontrar al terminar de darme la vuelta, pues debiera ser tan maravilloso que mi vista de humilde desterrado deterioraría. Mis ojos, y yo estaba convencido de ello, no podían ser dignos de encontrarse con el halo que los suyos dibujasen, pues nunca se le puede mirar de frente a una diosa, a la portadora de aquellas manos de ángel.

FIN DE LA PRIMERA PARTE
Autor: Alex Romero
Año 2006

domingo, 14 de noviembre de 2010

Carta a un amigo




Texto Rescatado
Escrito el día 24 de Marzo de 2007

Hola, esta es una carta que le escribí a un gran amigo, el silencio de la noche. Que lo disfrutéis, y no olvidéis responder a las preguntas.

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CARTA A UN AMIGO

Cerré mi ventana para evitar que entrara el frío en mi habitación. Recosté mi espalda para descansar, el incienso encendido y la cálida llama de la vela aromática iluminando el habitáculo. Sonidos de fondo que me evaden del mundo, visiones de seres extraños hablándome e intentando decirme algo para alegrarme. Quizás sea tarde, me recuerdan las cartas que sobre el escritorio se apilan una tras otra. Quizás sea pronto, me recuerda el tic-tac del reloj al pasar el tiempo y darme cuenta que la vida continúa y que no se detiene ante mi tristeza. Que una lágrima brotando y bajando por mi mejilla llegando a mi pecho, no debería significar demasiado, que un llanto ahogado, que mil palabras sin decir, muertas en el limbo, que un sin fin de días que recordar, de alegrías por las que soñar.

Al relajar mi mente y dejarla libre de malos recuerdos, de tristes pero útiles a su vez momentos, al poder sacar la paciencia que me caracteriza y con la que he hecho gala de esperar largos períodos de tiempo por una simple sonrisa, aun siendo su coste años de dolor intenso, que si en una balanza hubiese puesto lo bonito y lo no tanto, sería incapaz de encontrar equilibrio en su peso, pues fue tan duro el trayecto para alcanzar el otro lado del inmenso lago, tan agotado terminé de avanzar sin hallar el final de mi hazaña, que la penumbra que acompaña a la muerte inmunda, dejó caer con toda su fuerza su guadaña entre mi corazón y el de aquella diosa ya moribunda. Tanto cambio en tan poco tiempo, tanto amor olvidado y lanzado por el abismo. Deseaba desaparecer, pues mi meta en ese momento no era más próxima al averno porque seguía vivo, y el motivo por el que tan seguro me sentí no fue más que el notar que mi dolor tanto mental como carnal era fruto de mi enfermedad. Los síntomas son simples de reconocer, no tiene complicación alguna, si te paras a pensar en un lugar tranquilo en el que poder meditar, podrás realizar la prueba que te dirá el resultado o el grado de tu salud de enamoramiento. Y tranquilo, éste documento no es falso, ni mucho menos. Pues tu mismo podrás ponerte a prueba.

Empecemos, realiza el primer ejercicio, cerrando los ojos e intentando desconectar del mundanal ruido, de la maldad, conecta con tu corazón. ¿Qué ves? Si no ves nada, quizás será mejor que dejes de leer esta parrafada, tu alma está fría cuando no muerta, pues no sientes nada ya que todavía no has encontrado a tu alma gemela. Si por lo contrario la ves a ella, prepárate para lo mejor. ¿Por qué la ves a ella y no a otra mujer cualquiera? Fácil amigo, porque crees que ella es la más bella, con la que sueñas aun que no recuerdes, la que te hace sudar al verla, por la que matarías si con ello consiguieras estar a su vera, …

Ahora, respira hondo, ¿Qué hueles? ¿Quizás su perfume? O ¿su aliento? Recuerdas el tacto de su piel, el escalofrío que te recorre por dentro y el movimiento con el que tu sexo se eleva deseando fundirse en un solo ser, ésta, como cualquier otra noche, pero siempre con ella. Tranquilo amigo, si todavía no has tenido la oportunidad de sentarte a su lado y disfrutar de lo que éste defraudado del amor te cuenta, y como mucho se acerca a uno de tus sueños más picantes a la derecha de aquella a la que deseas, sigue leyendo, pues sabrás que el amor no es el estar o no juntos, el haber tenido experiencias unidos, el haberos fundido en uno y volado después cogidos mientras estáis tan pegados que su pecho casi atraviesa tu espalda; si no que va mucho más allá. La conoces y ella sabe que existes, pero que triste es notar que nos ignora, ¿verdad? ¿Por qué no puedo llamar su atención? Te preguntarás… Querido amigo, es obvio, tu ocupas tu lugar, quizás tan secundario, que jamás probarás la miel de sus labios. Ahora bien, si por su contra te ves con oportunidad de hacerlo, coge pequeñas cucharadas, no sea que el tarro derrame toda su savia y se acabe pronto ese magnífico cuento de hadas. A veces, las prisas son nuestro peor enemigo, y la calma exacerbada la caída de nuestra alma al infierno más pesimista de los habidos.

Nadie sabe por qué, pero ahora tú estás aquí leyendo este texto, ¿Qué buscas? ¿Amor? ¿Alguna respuesta? Ojala te la pudiera ofrecer, pero ando tan perdido como tú. Una vez tuve la oportunidad de contárselo a la luna, pero no me quedé satisfecho con su aclaración, puede que no supiera plantear mi duda, pero la pregunta era tan clara como una pequeña gota de lluvia, ¿Qué es el amor? Amigo mío, si encuentras la respuesta compártela conmigo, ando demasiado perdido, pues mi corazón late algo descompasado y mi espíritu se tiene como perdido en medio de una guerra entre amor y cordura, entre sentimientos y locura. Y es normal, tras darse pararse a pensar. Un verano loco acompañado de noches sin freno, de fiestas hasta el amanecer y cada vez que en una de esas terrazas al aire libre miraba al cielo, recordaba tantas cosas pasadas, tanto la he añorado, que ahora la odio por seguir siendo dueña de mi corazón. Si piensas que el invierno se acerca aun estando a las puertas del verano, entonces estás a mi lado. Llamarla egoísta o ladrona por quedárselo y no devolverlo para poder remontar el vuelo lo es lo más indicado, pero siento el hueco que ha dejado, y duele tanto que si intento gritarlo a los cuatro vientos me quedo sin aliento antes de terminar de decir “Te quiero”.

Querido amigo, me siento ya sin ganas de seguir escribiendo, por hoy basta de lamentos. Me desahogué un rato contigo, gracias, siempre te estaré bien agradecido por que leas mis llantos provocados por la inmensa pena que siento en mi interior. Sabes que mi corazón no está roto, si no que sigue vivo muy lejos de su sitio, en algún lugar que hace ya algún tiempo me abrió sus puertas. Qué fácil suena, ¿verdad? Tan solo con caminar un poco y estaría cerca para poderlo recuperar, pero, querido amigo, tampoco tengo las llaves con las que lograr mi meta, recuperar a lo que tanto he querido, a quien tanto he amado.

Siempre para lo que necesites, un amigo.
Alex

sábado, 13 de noviembre de 2010

Versos Sueltos 2




Texto Rescatado
Escrito el día 3 de Abril de 2007

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Suena la campana y al mirar atrás divisé una sombra oscura, un tintineo, una mirada siniestra que ocultaba cierta hermosura. Un haz de luz tras su pupila me cegaba y dejaba a cero mis posibilidades de escapada. Difícil la huída, pésima actuación del pequeño druida, ocultado tras setos de palmo alto, lanzóle una piedra a la capa oscura de la señora cuyas manos frías ahora me ahogaban. Aquella dama oscura se giró buscando con su inquieta y distante mirada de muerta, a aquel enano insolente intentando distraerla, pues mi vida parecía sentenciada a una muerte violenta. Tan solo una mirada suya destrozo el corazón de aquel personaje en un instante y yo seguía preguntándome, porqué a mi no me había enviado a las puertas del infierno como hizo con aquel enano inquieto. Por lo visto su misión no era liberarme de esta prisión llamada vida, ni tan si quiera acercarme el olor del averno, aquella empresa que contra mí emprendió la princesa de la noche, solo era un leve aviso dejándome sin aliento durante largo tiempo, para recordar que sigo vivo y que no he de desperdiciar los minutos que me está ofreciendo.
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Ni toda la oscuridad en la tierra existente sería capaz de aplacar la intensidad del brillo de tus pupilas. La luna envejece como cada noche perdiendo la batalla frente al dios sol, y muere de envidia reconociendo que tus tesoros chispean al unísono pequeños ápices de belleza envueltos en una luz clara, creando un haz perfecto, dándole la cualidad deseada a tu mirada. Tristeza, imagino, esas esferas llenas de lágrimas magnánimas pues son enormes tus ojos y sus embrujos demasiado peligrosos. Una de tus miradas regalada a un imbécil como yo, sería capaz de matarme a causa de la fuerza que ejerces sobre el universo. Tan directa parece que al observarte me atravesaste, si muriese en el intento de cruzarme con esos ojos tan bonitos, sería una muerte dulce, pues mi último recuerdo sería el brillo de tus iris en contacto con el aire que respiro.
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Cayó la noche sobre el cielo y mis ojos lloran por no saber escapar de la belleza de esas magníficas estrellas que embelesan a cualquiera que dirija su vista a lo alto de la bóveda celeste, en una noche donde ninguno puede prestar su alma a nadie, donde todos volamos con nuestra imaginación a lo más alto, al punto álgido de la estrella polar, de la más chica, a la más grande, de la maravilla más increíble a la más triste, ... Sin la noche que sería del amor, de esos ojos atónitos ante tal espectáculo, ante tanto brillo de los cientos de astros. Pequeñas centinelas que observan cada paso que das, que añoran no tenerte cerca, pues tú eres el centro de tú universo, que no te quepa duda. Recuerda que sin ti la belleza de la luna no es nada, pues como comparar el verla a solas en la montaña, o tenerte a mi vera para contemplarla.

Ya sabes, no hay Peter Pan que valga, solos ante el cielo y las agujas del reloj se paran por miedo a estropear la velada.
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Cuando la luz es negra y la muerte se crece y crea un ambiente tenebroso, de mi pecho sale un puñal llamado rábia y atenta sobre aquellos que intentan hacerme daño.
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viernes, 12 de noviembre de 2010

¿Qué hay de lo nuestro?




Texto Rescatado
Escrito el día 9 de Abril de 2007

NOTA: Estos versos se escribieron desde un punto de vista muy diferente al que luego se encauzaron, pues terminaron formando parte de la letra de una canción del grupo Tarafa

Escuchar:


Abro la puerta a mi mente cerrada,
Pues su forma de ser me inquieta,
Mi alma es su presa,
Aprieta mi libertad.
Resquicios quedan por los que dejar pasar la felicidad,
Solo lejos de su compañía podré lograr mi meta,
Podré ser yo mismo y no un vencido.
Tras una máscara de hipócrita
Digna del mejor poeta
Se esconde mi cara envuelta
En paños de lágrimas
Le imploro al tiempo que corra y no se detenga,
Que siga avanzando
Que no me siga machacando
Si sus segundos son amargos,
Sus momentos son abstractos.
Si sus palabras duelen,
Sus recuerdos son dardos envenenados.
Mis piernas quedan flácidas ante tanta palabra lanzada cuyo fin es quedar clavada y hacer sangrar mi alma,
Matar a mi autoestima,
Cuando su altura es elevada.
Si mi alegría rebosa de cuantía
Ella se encarga de machacarla hasta reducirla a cenizas.
Dónde se quedó la compasión
Cuando se trata de causar dolor.

jueves, 11 de noviembre de 2010

Tu noche, mi noche




Texto Rescatado
Escrito el día 16 de Abril de 2007

Cae la noche, llora y siento cada lágrima como si fuese mía. Está triste pues de nuevo se quedó sola. Un manto estrellado, oscuro y aparentemente frío le desvela. Una vez más de vigilia continua. Me siento como ella, solo y desamparado en este mundo lleno de personas que se limitan a mirar por ellos mismos sin importarles lo más mínimo lo que pueden dañar a los que tienen debajo o al lado, quizás delante y hasta incluso arriba. Te comprendo luna, sé que andas sola, pero no puedes quejarte. Suena tu banda sonora, la leve brisa que hace bailar mi camisa, que en contacto con las hojas de éste maravilloso árbol resopla, resuena agudo cual silbido de fauno. Los violinistas por excelencia en estas noches llenas de recuerdos, de ausencias, los grillos. Los bajos que añaden los búhos y mi aliento haciendo los coros a esta, tu noche, mi noche, nuestra noche. Apartados del mundanal ruido de la ciudad, sin coches, sin gritos, sin luces,… Solos tú y yo luna. En compañía de aquellas que siempre te acompañan, esas diminutas luciérnagas a millones de kilómetros, tan bellas como su dueña, pues que sería sin ellas en noches como esta. El mar acompasado con sus olas recordando el paso del tiempo, una, dos, tres,… cien, trescientas,… Pero a ambos nos falta algo, ¿verdad? Estamos incompletos, solos, arriesgado quizás decir desamparados. Rompemos a llorar desgarrados porque sabemos que no volverán aquellos días pasados. Gritamos al unísono al dios Cronos que retroceda, pero es imparable, invencible,… Majestuoso en su desfile, tempestuoso el ver que sigue alejándose aquél tiempo y tú, con su paso, me abandonas una vez más. ¿Si tú también te vas, que haré yo ahora? Solo me toca dormir, quizás eso calme mi llanto desesperado, quizás vuelva a soñar con ella mientras afuera el sol brilla. Un día más, quizás tenga suerte y podré volver a oler su perfume, recordar el tacto de su piel, el sabor de sus labios,… Se me hará largo el viaje, pero por mucho que me canse, sé que cada noche, volverás a compartir tus lágrimas con este viajero errante.

Buenos días luna, hasta la noche. Descansa, pues esta ha sido una velada bastante amarga, lamento haberte contado tantas penas y pocas alegrías. Pero he de decirte algo. Si esa niña ahora genera dolor en mi corazón, en su día me hizo el mejor regalo que jamás nadie podrá superar, pues me enseñó lo que era el amor. Bonito regalo, ¿verdad?

Buenos días luna.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Hijo de la luna




Texto Rescatado
Escrito el día 20 de Abril de 2007

Nacido de una lágrima de la luna una noche oscura dónde las sombras susurran, donde la bruma cubre el mar y mi llanto queda silenciado, mi boca seca y sin saliva para lanzar mis sentimientos a los cuatro vientos. Rosa celeste hambrienta de sangre de inocentes, dulce y bella oculta en sus espinas la muerte más cruenta y lenta. Ligero pálpito al ritmo del viento, sale de mi pecho el calor que mi corazón desprende, una luz rojiza me envuelve, una fuerza me seduce para seguir cabalgando hacia su lado y derrotar de raíz aquella que con su mirada es capar de convertir en piedra. Fría como la hiel, caliente como la lava de un volcán, dulce como la miel,... así es ella, la rosa celeste, vive tras el alto monte, justo en su valle, en las entrañas de esta tierra que debo proteger. Armado con mi lengua afilada, mi carisma y mi madurez lograré vencer a su temido encanto. Deseo no sucumbir a su llamada y darle muerte con mi espada, pues sigue siendo la soledad mi gran aliada.

martes, 9 de noviembre de 2010

Historia de un pobre diablo

Texto rescatado
Escrito el día 10 de Mayo de 2007

Abro los ojos y todo lo que me rodea me trae recuerdos de cuando estabas cerca. Tu perfume abrazando mis sábanas, tu cara en la foto, mirada cálida, saliva dulce corazón roto.

Te prometí el cielo y sus estrellas, pero no esperaste a ellas. No prestaste atención a su belleza. El tiempo corre y no espera y tú desperdiciaste cada segundo pensando en él. Fría como la hiel, bella como una puesta de sol, triste cuan niño mutilado y sin piel, pegajosa al hombre como la miel, ojos claros como la mar, pelo anaranjado como la vista al despertar.

Anteponía todo a mí, pus tercer plato fui. Marchaste con mi fuerza y mis ganas de vivir, tras de ti mi corazón corría, pero lo ignoraste, pues el tuyo se enamoró de aquél que mereces. Te trata como una princesa, te crees importante a su lado, pero nunca cierres los ojos, para él eres como una compresa. Ahora te necesita y mañana te desecha. Aprovecha el trecho que divide nuestros pechos, cuelga el teléfono para no escuchar a mi alma en pena. Hazte la sorda y no menciones lo que le hiciste a este pobre diablo. A este pobre diablo que solo busca un por qué a tu acto desangelado. Congelada cuan hielo me quedé y destrozada al verte desaparecer. A tú parecer no es más que un paso hacia delante, ahora soy yo el que no te quiere ni ver. Va a ser que tuve razón, te toca retroceder, pero ahora soy yo, el que no está dispuesto a ceder.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Mi último adiós




(Texto Rescatado)
Escrito el día 10 de Mayo de 2007

El destino optó por separarme de ti. Mi vida teñida de blanco y negro. Tú, culpable de mi desdicha desapareciste de mi vista. Tras un manto de humo y espesa penumbra me abriste tu corazón. Amabas a otro y yo derrotada lloraba por el comunicado inesperado. No daba crédito a lo que estaba escuchando. Cerré los ojos e imaginé como buscabas sus labios con tus preciosos ojos cerrados. Imaginé tu fragancia rodeándoos y ambientando el momento en el que ambos declarabais vuestro amor a los cuatro vientos bajo la luz de la luna. Imaginé estar al otro lado de la calle perplejo viendo como mi vida se desvanecía, sintiendo como mi alma se iba, como mi corazón cansado de latir sin sentido se detenía. Imaginé como caía al suelo y noté como mi cuerpo lo imitaba y cada vez más rígido al recordar que te habías ido. Desde la acera de enfrente y cuando me contaste que tu corazón ahora marcaba un ritmo acelerado al estar al lado de aquel chico que consiguió robártelo.

Me di cuenta que necesitaba ver a aquella persona encapuchada y armada con una gran guadaña. Nubes negras cubrían el cielo azul, mis lágrimas caían sobre mis rodillas y mis manos sudaban nerviosas por no tener a nadie a quien abrazar. Sin mediar palabra mis labios temblaban e intentaban darte el último adiós mientras caminabas con propósito de alejarte de mí. Se me hizo eterna la espera hasta que doblaste aquella esquina. Seguía tus pasos con dedicación y le pedía a Dios que se llevara mi alma pues tras tuya se marchó. No sé si me recuerdas, pero sigo aquí, bajo una losa. Vivo aquí desde que sufrí aquella aparatosa caída. Mi coche se desprendió de mi cuerpo lanzándome por aquella pendiente. Tras beber demasiado intentando ahogar tu recuerdo en whiskey del barato con hielo.

Ahora por fin me atrevo a decirte adiós sin recelo.

domingo, 7 de noviembre de 2010

Viaje sin retorno


(Texto rescatado)
Escrito el día 10 de Mayo de 2007

Me despierto y observo a mi alrededor que me encuentro solo. Tumbado sobre un lecho de paja y cebo. Pienso que si siento dolor es porque existo. Lejanía entre mi corazón y mi alma. Días de lluvia ácida. Me derriten, le quitan el sabor del día a día. Preferiría decirte cerca que no tras la alta verja. Forjado con amor, llevo puesto mi amuleto, adorna mi cuerpo, ofrece fuerza a mi ánima. Lástima, no estás a mi lado para ver como lloro. A coro canto este pareado, sabes que mi corazón fue robado, perdido en tu interior me encuentro, ahora compartes tus besos con otro y no encuentro el momento perfecto de escapar del medio. Presiento que tarde o temprano estas palabras se las llevará el viento. Asiento cuando escucho el nombre del maldito que posee la llave de tu atención. Yo soy un pobre diablo me siento como la sombra de lo que no hace mucho fue nuestro amor. Lagunas de lágrimas, ríos de lamentos adornan ahora mi viaje. Traje oscuro para momento de infortunio, llega el valor con Junio, me preguntas si puedes ir, pero no recuerdas invitarme a mí.

Delirios




Escrito el día 8 de junio del 2007

De nuevo amaneciendo. Si, el sol ya se cuela entre las ranuras de la persiana. Tan naranja y brillante como siempre. La temperatura en el cuarto aumenta considerablemente y casi no se puede respirar de lo caliente que está el aire. De fondo, una canción bastante triste. Y es que hoy de nuevo choqué con la realidad de mis días. Con la frialdad de este mundo en el que vivo. Cada vez me sumerjo más y más en ese inmenso charco, ese que una vez haces pie te es casi imposible escapar. Una misión, resurgir de mis cenizas, como el Ave Fénix, difícil tarea para un soñador como yo, pero claro, jamás se cumplirá ninguno de los sueños que guardo con tanto anhelo. Quedan todos ellos rezagados tras el color opaco de los malos momentos, de los minutos crudos que a uno le toca seguir soportando.


Sé que no hay salvación posible, pues descalzo me toca seguir en este suelo espinado, con los pies ensangrentados y asfixiado por los recuerdos de ciertos olores, ciertos perfumes que me vienen a la mente. Mis oídos se sienten perdidos ante tanto murmullo. Cada día, como música ambiente, aquellas palabras que, aun a pesar de ser hirientes, en su día fueron mi energía con la que combatir los segundos de esta triste vida. Mis ojos, pobres dando lástima. Venas ensangrentadas de no apartar la mirada del monitor cuya luz ciega mi vista y de nuevo en ese instante de desconcierto… mi alma se disfraza de caballero errante y sale de mi cuerpo. Imágenes llegan con retardo pero, las recuerdo. Menudos momentos. Lo tenía todo compañeros y ahora no tengo nada. Campanilla posada en el alfeizar de mi ventana me regala cada noche una de sus historias tan lucubradas, me maravilla con aquel país de Nunca Jamás, con las desventuras de Peter Pan, pero ¿cómo conseguir desprenderme del peso que soporto con un cuento cuando vivo sumergido en una pesadilla en la que imagino estar muerto? Y casi no me equivoco. Por fuera me mantengo fresco, mi cuerpo es joven y disfruto con el sexo. A todas las llevo al clímax profundo, al amor intenso, al alarido placentero, al llanto eterno, al calor máximo, a todas les acompaño de la mano, siempre dejando que ellas pasen primero por el Arco del Triunfo, a abandonar su estado tranquilo, por el del un colibrí intranquilo.

La comida no me satisface y no paro de comer para hincharme. El tacto casi símil de un cubito de hielo. Me siento enfermo, cansado de no poder hacer nada. Los besos y el postre, no saben a nada. Siempre pensando en lo mismo cuando estoy al lado de una fémina, llegar a su nuca y morderla, beber su sangre y regresar antes de que sea tarde. Acostarme en mi viejo ataúd y olvidar aquél amor pasado, aquél que dejé de lado para no arrastrarlo conmigo al infierno más hundido en el plano. Para no desequilibrar su punto gravitacional. Sé que sigue ahí, alguna de esas estrellas debe ser el brillo de su pupila, me observa y me cuida. Pero ya no está cerca, no me mima, no me aconseja, pero me escucha y haga lo que haga, nunca se queja. Señores, espero la estaca en mi pecho, rompiendo más si cabe mi corazón, pues entre cejo tengo el abandonar este mundo y regresar con los muertos.

El vampiro, Zekinash.

Sueños Perdidos





Sueños perdidos
Ser incomprendido
Dolor infinito
Espíritu maldito
Tesoro escondido
Lugar recóndito
Gran empréstito
Momento lúdico
Personaje mítico
Ambiente rústico
La luz de la estrella fustiga mi vista alimenta mi lista embiste a mi vida castiga mi pena con alegría corrompida. La única salida…

Dos monedas sujetan mis párpados
Al otro lado del lago
El barquero inquieto divisa cancerbero
Y mi alma elevó

Y la única salida es darle a la bebida. Hacer que se hundan las penas, adormecer mi mente suicida. El coche esperando su momento, mientras yo a dentro recuerdo aquellos minutos en los que encontré sustento, el trabajo era bueno y mi sueldo modesto. Complejos fuera del tiesto, feliz con lo puesto, ahora siento que apesto, que sobro, ambiente funesto. Perdido todo y poco por conseguir, demasiado rápido me lancé a entender el significado de vivir. Historia sin final feliz, sentenciado a morir. Sucumbir tras conocer la rabia, la furia, beberme a la rubia, escuchar a Coria, convertirme en escoria. Perder la decencia, no sentir dolencia al hacer sufrir, perder mi esencia, convertirme en un ser infeliz. Perder el trabajo, los estudios un fracaso, probar las delicias que se rulan por el barrio, el polen moreno y el rubio, dejar la casa patas abajo. Hacer llorar a mi padre y a la madre que me trajo, que me regaló esta oportunidad de optar siempre por el buen camino. Opté por el desvió rápido, deshacerme de recuerdos y guardarlos tan dentro que ya ni recuerdo por que mi corazón se muere por dentro.

Dos monedas sujetan mis párpados
Al otro lado del lago
El barquero inquieto divisa cancerbero
Y mi alma elevó

Raíces







Con los puños cerrados
Me enfrento a este mundo
Soledad, paz y más
Sacar más de donde no hay ná
Hablar termina por cansar
Tomemos las armas ya
Salir a la calle sin pensar
Dolor, amor, pasión
Amor inexistente en mi corazón
Amar termina por cansar
Ponerse a trabajar ya
Encontrar salida sin buscar
Aprender a volar

---------------ESTRIBILLO-------------
Abrir los ojos al mundo que te espera
Preparar tu mente para lo que llega
Volar y ser libre, desearlo siempre que se pueda
----------------------------------------------

Fingir ser libre es mentirse a uno mismo
Lanzarse por el abismo
Soledad, paz y más
Quedarse solo y sin amigos
Babilonia cruel siempre con su enemigo
Luchar con hielo y fuego es morir lento
Visualizar tu alma en pena cayendo por un precipicio
Esto es solo el principio de un mal vicio
Dolor, pasión, amor
Soledad, paz y más
Creer ser alguien y chocar con la realidad
Volver a tu sitio, colocarte en tu lugar
Dejar de una vez de soñar ya
Aprieta el gatillo sin pestañear

---------------ESTRIBILLO-------------
Abrir los ojos al mundo que te espera
Preparar tu mente para lo que llega
Volar y ser libre, desearlo siempre que se pueda
----------------------------------------------

EmBushTero

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Vine a contarles la historia de un mundo no muy lejano
Un desierto muy amplio guarda en su regazo el tesoro jamás imaginado
Tumbas y pirámides de faraones, dueño de leyendas, de sueños impensables
En el cielo sobrevuelan estrellas fugaces que destrozan hogares de inocentes
Almas insalvables, objetivos fáciles para un gobierno insensible
Avaro es su líder
Desde su despacho oval dirige la afrenta, sin casi pestañear ya van mil más
No saben ni empuñar una espada y se atreven a desafiar a un pueblo en guerra
Todos sus soldados desde niños han mamado el apuntar con su beretta
La pérdida de un familiar.
Basura de política, me avergüenza
La búsqueda de un tesoro negro enterrado bajo tierra
Se respaldan tras un crucifijo y su iglesia
En el Dios que tras las nubes les ampara
Pero ellos siempre detrás de la mampara
Protegidos por sus soldaditos de plomo
Esperando a llenar más sus arcas
Y dar gracias cada mañana
Mucho golpe de pecho por este cristiano cuando muchos inocentes esperan su juicio final, su averno tras perder a un ser querido, el estado fingido de aguantar, ser fuerte cuando ya no tiene por quien luchar. Un pueblo desvalido y el resto convencido de que
Son el enemigo con el que se ha de acabar, nunca se preguntarán que hicieron para merecer esto, nunca vivirán el sufrimiento que ellos han de soportar.

Cruces y medias lunas
Guerra en perpetuidad

Teatro Ambulante (Relato)



Tras el cristal de la vitrina sentada la anciana tomando su taza como cada mañana. Semi dormido, como siempre, camino pensando mientras miro al horizonte. Nada me llama más la atención que la lágrima de aquella vieja postrada en su silla a la espera inquieta de su alma gemela. Cuentan las malas lenguas que se marchó con una chica más joven, que no murió en la guerra y ella enloqueció, sino que tras robarle el corazón lo destrozó por unos pechos firmes, una piel tersa, una mente inquieta… Tras dar la vuelta a la esquina el kiosquero saluda y comprando el interviú el catedrático vecino del barrio. Buena familia, su mujer ni si quiera sabe que sale de putas, sigue soñando con que sus labios son los únicos que su hombre ha tocado, ni hablar de sexo, sigue creyendo que es la única, quizás la primera, pero no la última de una interminable lista llena de amantes, de jóvenes locas estudiantes que buscan el sobresaliente lamiendo el miembro mientras cruzan los dedos y sus novios fornidos y apuestos juegan al baloncesto en un intento de no estar fuera de onda y seguir con las modas. Lamentable espectáculo el del teatro callejero que día a día observo mientras paseo buscando un lugar donde poder reposar mi vista con paz y tranquilidad. Al llegar al bar a tomarme mi primer café una pareja de enamorados atrae mi ilusión. Se cogen de las manos mientras unen sus labios, sus pies pegados y jugueteando, qué lástima que al despegarse fijé mi vista en él. No hacía ni ocho horas lo vi disfrutando de lo lindo con mi amiga Lola (No, no, sin condón). Sé que son novios desde hace ya más de dos años, pero qué más da, este teatro ambulante todo lo da. El espectador nunca se aburre y menos cuando hablamos del corazón. Amigos, el gran interrogante es si el amor existe, por menos de nada soledad se ante pone al más pintao sin demora. Barreras invisibles entre almas que en su día se amaron sin límites. Pero apareció el tercer factor llamado perfección. Encontrar en otra persona el complemento perfecto, aquello que añoras de tu anterior pareja y que la nueva ni se lo plantea, el tono de voz, quizás el pelo o la talla de sujetador. Cualquier casualidad se debe al destino y no a la situación en la que vivimos. Lágrimas gratuitas para aquellos que dejaron todo por un sueño, para aquellos que vieron la caída de sus vidas en un abismo sin fin, en una oscuridad infinita olvidándose del final feliz.

Sangre





Cae la noche.
Y es cuando vuelvo a casa.
Te veo caminando cansá mirando hacia delante.
Pensativa, imagino, no sé en que.
La mente inquieta por algún por qué, tal vez.
Recuerdo la ocasión en la que pregunté.
Solo mentiras encontré.
Que te encontrabas bien.
Y era lo que creías creer.
Hacerme ver, que la soledad es ser.
Que estar es amar.
Y amar solo querer.

Lágrimas de esparto.
Lamiendo tú cara.
Ocultando tú espanto.
Armonía de tú llanto.
Sinfonía de tú triste canto.
Perdida en tú mundo.
Ahogada en tú mar.
Y sin hallar la paz.

Caminas cabizbaja sin mirar atrás.
Con miedo a las pisadas que escuchas.
Atormentada el paso aceleras.
Preparas las llaves.
Estás cerca.
A salvo de la muerte.
Abre la puerta y entra.

ESTRIBILLO
El cielo se tiñe de rojo, SANGRE.
Las estrellas comienzan su andanza, SANGRE
La luna avanza.
Gana la batalla.
Coloca su mirada hacia infieles.

Ya en casa la calma se apodera de tu karma.
Escucha a tu alma.
Tus pupilas se dilatan, lo volvió ha hacer.
Borracho sentado en el sofá.
Dormido bajo el Corán.

El whiskey sobre el diván.
La tele conectada y los niños en la cama.
Es tu oportunidad de acabar con tú inferioridad.
Sobre la mesa el puñal y junto a él tú libertad.
.
Tus ojos ensangrentados te delatan.
Sufres palizas y bajo tu manto ocultas la verdad.
Piel amoratada y labios partidos.
Fiel imagen de tu dignidad.

En la calle sufres de insultos por ser árabe.
Y en casa tu hombre te da hasta que sangres.
Parece que no tienes salida, otro camino sería suicida.
Poner fin a tu vida, dejar a tus hijos con el cabrón del opresor.

No es un camino fácil, difícil decisión, la cárcel te espera.
Tus hijos lloran y rezan porque mamá salga de prisión.
Pero se alegran, acabaron con su maldito acosador.
Con el borracho machista de su progenitor.
Miles de culturas y razas conviven juntas bajo la misma luna.
Ella ya perdió su furia,
Solo mira y llora.
Solo escucha y siente.
Solo sé que solo hierve,
Su corazón y se agita.
Sus hijos haciendo trizas su mundo.
Sus hijos cada vez más ignorantes.
Hipócritas en este teatro ambulante.

ESTRIBILLO
El cielo se tiñe de rojo, SANGRE.
Las estrellas comienzan su andanza, SANGRE.
La luna avanza.
Gana la batalla.
Coloca su mirada hacia infieles.

El Ying-Yang




El equilibrio entre el bien y el mal, entre dos mundos divididos aquí y en el más allá. Dos colores, el blanco o el negro, no hay posibles terceros, ni cuartos. Una luz se centra en unificar ambos lados. La balanza en paralelo al suelo, no se inclina hacia las lágrimas o el consuelo, hacia el dolor o el duelo. Mientras yaces sobre las bastas praderas de sabiduría en tu mente, cuando las lagunas desaparecen, cuando las nubes escampan y el sol aparece, o cuando se esconde y la luna entre sus vasallas aparece, es cuando de nuevo una sonrisa de tono pueril se dibuja en tu rostro, mientras desgarrando tu camisa le gritas al infinito que eres único, libre y te amas a ti mismo. Porque amas a quienes lo merecen y a quienes no toman la vida como un juego, en el que interpretan un papel en este "teatro ambulante", hipócrita de buen talante, con guión estudiado y bien engalanado, se aprovecha de la oscuridad más espesa para sacar las garras y dar lanza a su presa. La sangre brota de su espalda, y su alma desgarrada corre en busca de la parte más alta de la explanada. Un águila surca el cielo, a punto de volver al nido con sus polluelos, topa con el ánima emergente de las sombras, a una altura de infarto y le pregunta por qué huye de su cuerpo aun en vida, pues todavía se revuelve en llantos y grita. Y ésta le contesta: para qué seguir llorando, cuando mi cazador ha conseguido dar en el blanco, cuando he caído rendido a sus pies y mi aliento fatigado deseaba saciar al silencio con su marcha funeral... Si mi castigador rompiendo mis carnes solo ríe ante mi cara, de gozo, pues como si a un pozo sin fondo quiso lanzar mi espíritu, dejando en vida a una buena amiga. Éstas, señora águila, serán mis últimas palabras al respecto, pues soy hombre de bien y lo demuestro, no solo con palabras, si no con hechos. Pues nunca me aproveché de ninguna situación en la que más que mi sexo, mandaba el corazón. Los ojos vendados de aquellos que creyeron que mi templo heredaron, se confundieron y volando así al lado de mi madre luna, dejaré pensando durante largo tiempo, pues creo que mi recuerdo, entre aquellos que me quisieron, permanecerá intacto por los siglos de los siglos, sin ser modificado. Esta es la historia de un pobre diablo, que gracias a una desgracia, se acercó más a los suyos, dejando sin importancia la verdadera causa por la que vuelo sin descanso, para convertirme en estrella, y adherirme sin contemplación, a mi favorita, la constelación de la esperanza, desde donde lanzaré fuerzas a quienes me ayudaron a librar mi batalla sin pedir a cambio mi alma.
Por: Alex R.

BESOS Y ABRAZOS PARA TODOS LOS QUE HABÉIS ESTADO AHÍ EN TODO MOMENTO, Y NO POR LO ACONTECIDO ACTUALMENTE, SI NO POR AQUELLOS QUE SUFRIERON CONMIGO CADA ERROR COMETIDO.

ALEX
PORQUE AUN QUE A VECES ME SIENTA SOLO, SÉ QUE ANDO BIEN ACOMPAÑADO.